jueves, 3 de marzo de 2011

LOS RECLAMOS DE LOS ESTANCIEROS

LOS RECLAMOS DE LOS SECTORES RURALES
Como hemos señalado el afianzamiento de la explotación del ovino modificó sustancialmente los modos de producción ganadera. Marcó el comienzo de la diversidad de la producción y de las exportaciones, contribuyó a valorizar los campos, determinó cierta tecnificación y alentó la sedentarización de la mano de obra rural. Se podría decir que definitivamente el capitalismo ingresaba en la campaña uruguaya.
Estos cambios económicos y sociales también modificaron el pensamiento de los estancieros. Los cambios se hacían en base a la inversión de dinero y el estanciero no quería perder su inversión. Las revoluciones y las guerras civiles significaban pérdidas enormes. “Esa calamidad, ese martirio que se llama guerra civil, vino a destruir tan gratas esperanzas” sentenciaba Juan Ramón Gómez, primer presidente de la Asociación Rural del Uruguay. Se refería a la revolución de las Lanzas acaudillada por Timoteo Aparicio que se extendió entre 1870 y 1872.
Las consecuencias de las guerras en la campaña afectaban de varias formas a los estancieros empresarios. El enganche de peones (voluntario a veces, forzoso en muchas ocasiones, privaba a los hacendados de mano de obra. Los ejércitos en lucha, tanto los rebeldes como los oficiales, mataban animales indiscriminadamente para alimentarse o vender los cueros. Algunos aprovechaban la situación de caos para robar ganado y llevarlo hacia Brasil. Y entre los animales muertos o robados a veces estaban los costosos ejemplares importados para mestizar. Las estancias se quedaban casi sin caballos ya que estos eran tomados por los ejércitos, porque se los consideraba elemento de guerra antes que de trabajo.Y sin caballos era imposible cuidar los ganados.
Además, al finalizar las guerras, los peones ques e habían acostumbrado a la vida a campo abierto, no retornaban fácilmente a la vida sedentaria a obedecer a sus patrones. Muchos se transformaban en bandidos que se mantenían robando ganado: “los matreros”. Incluso algunos pequeños estancieros que se arruinaban con las guerras se unían a estas bandas.
Esta situación impulsó a los estancieros (al menos a los vinculados a la estancia moderna) a agruparse, formando un poderoso “grupo de presión” sobre las autoridades para que pusieran orden en el campo.
La Asociación Rural del Uruguay.- El 3 de octubre de 1871 fue fundada la Asociación Rural del Uruguay (ARU) por iniciativa de los estancieros más emprendedores de la clase alta rural. Elaboraron un programa de reivindicaciones que respondía a sus intereses y necesidades y trataron de transformarlo en el programa de todo el país. Según ellos la ganadería constituía la única fuente de riqueza del país y todo lo que la beneficiara servía a los intereses nacionales. Era un punto de vista muy egoísta pero no se puede negar que partía de una realidad: el 90% de las exportaciones del Uruguay correspondían a derivados d ela ganadería.
En el proceso de creación de la ARU tuvieron un importante papel los estancieros extranjeros, particularmente los ingleses, aunque no faltaban hacendados nacionales como Domingo Ordoñana o Juan Ramón Gómez. Muchos de los integrantes del gremio de estancieros estaban vinculados a la actividad comercial en Montevideo. Tenían una formación urbana e intelectual que los diferenciaba del resto de los hacendados y eso los convirtió en los “encargados” de transmitir al resto el “espíritu de empresa”.
A partir de 1872 la ARU comenzó a editar una revista quincenal dirigida por José María Castellanos. En el primer número ya anunciaba cuales serían los puntos principales de su prédica: la situación de la campaña “descuidada y abandonada a sus propias fuerzas”, la necesidad de hacer respetar la propiedad privada, extender la educación a la campaña y que “los dineros municipales sean manejados y empleados como corresponde”.
La revista no sólo se distribuía a los socios de la ARU sino que se enviaba a las escuelas rurales, juzgados, comisarías, Jefes Políticos, Ministerios y oficinas públicas. En un medio carente de publicaciones especializadas contribuyó a la difusión de temas científicos, además de difundir los reclamos y propuestas de la ARU.
Dentro de los propósitos de la ARU estaba el de disciplinar a la población de la campaña, en particular a “los hombres sueltos”. Pero si bien los estancieros promovieron el disciplinamiento de la sociedad, no eran los únicos interesados. Los estancieros desde la revista de su gremio, los maestros de los libros de lectura y las aulas, los médicos desde los consultorios, los curas desde los confesionarios y púlpitos, los padres de familia desde las cabeceras de almuerzos y cenas, los políticos desde las editoriales de los diarios o desde el parlamento, los oficiales del ejército desde sus regimientos y los jefes de policía desde sus edictos. Todos ellos fueron los encargados de imponer las nuevas formas de actuar, basadas en el orden y en el respeto a la autoridad.
¿Cuáles eran los nuevos valores? Trabajo, ahorro, disciplina, orden y la salud e higiene del cuerpo fueron deificados a la vez que fueron diabolizados el ocio, el juego, la suciedad y la sexualidad. Los artículos de la Revista eran muy explícitos: “Trabajar es producir, crear valores para el cambio, y el movimiento de las industrias y el comercio con que se engrandecen los pueblos y afianzan su bienestar. No concebimos la felicidad en el ocio, ni otorgamos cualidades dignas a la pereza aunque se disfrace con la máscara de las circunstancias o de las crisis con que se pretende atenuar el abandono de sí mismo, y el olvido de los deberes del hombre para con la sociedad, que no es ni más ni menos que una colmena donde se desprecian los zánganos”. La educación, entendida como “educación para el trabajo”, era considerada como una de las  soluciones para los problemas del país: “Hay que uniformar la educación haciéndola obedecer a textos iguales, con libros iguales, con igual moral, con sentimientos cristianos”. También era importante la enseñanza religiosa o moral para arraigar a las familias y sedentarizarlas: “Se necesitan tres cosas indispensables para detener esa gente: el médico que la cure de sus males, el maestro de escuela que curta su natural rudeza. El sacerdote que le enseñe la moral cristiana”.
La reforma escolar emprendida por José Pedro Varela durante los gobiernos autoritarios fue una forma de extender las nuevas normas de convivencia. La escuela pública y obligatoria aseguraría el triunfo de la civilización sobre la barbarie, de la urbanidad sobre la campaña, de la disciplina sobre el desorden. Los textos de clase recogían la idea del trabajo como un bien social. En el libro de primero de la escuela “¿Quieres leer?” en su edición de 1900 se decía: “Yo quisiera ser rico para ayudar a los pobres”. En el libro de cuarto de escuela de los años 20 se expresaba: “ Trabajaré. Mientras soy pequeño ayudando a mis padres, asistiendo a la escuela y estudiando mis lecciones. Más tarde según mi inclinación, seré mecánico, obrero o ingeniero”.
La ARU trató de influir en las decisiones del gobierno a través de su prédica, de su poder económico y de las vinculaciones sociales de sus dirigentes. Muchos de estos eran activos participantes de la vida política actuando en los partidos políticos y ocupando cargos públicos. Fueron ministros o legisladores varios de los fundadores de la ARU como Juan Ramón Gómez, Daniel Zorrilla, Justo Corta, Marcos Vaeza, etc.
No interesaba a este grupo de presión quien gobernaba o si el gobierno era legítimo o no, sino la efectividad con que se encaraban y resolvían los problemas. Apoyaban a quien asegurara el orden y la paz en la campaña, hiciera obras públicas que permitiesen el incremento de la producción agropecuaria, impusiera una educación dirigida a mantener la estabilidad y creara hábitos de trabajo. Por eso el apoyo que dieron a los gobiernos autoritarios como el del Coronel Lorenzo Latorre.


El Código Rural.- Por iniciativa de la ARU la Asamblea General sustituyó la anacrónica legislación colonial, aún en vigencia, por un Código Rural que, obviamente, respondía a los intereses de la clase alta rural. Este Código fue aprobado en julio de 1875, cuando el gobierno estaba en manos de Pedro Varela y detrás suyo el hombre fuerte era ya Latorre.
Entre las disposiciones más importantes del Código Rural aprobado en 1875 tenemos las siguientes normas:
1) Los propietarios no tenían limitación en la cantidad de tierras o ganado que podían tener en propiedad.
2) No se obligaba a alambrar pero si se los obligaba a deslindar y amojonar los campos, inscribiendo las mensuras en un registro creado a tales efectos. Esta obligación perjudicaba a los pequeños propietarios que tenían más ganado que el que sus campos podía albergar e invadían campos de grandes propietarios sobretodo cuando faltaban pasturas. Ahora no tenían la excusa de no saber con claridad cuales eran los límites.
3) Para asegurar más la propiedad se prohibió recoger ganado extraviado en campo ajeno sin permiso del dueño del campo. Se eliminó el uso común de los montes (de donde se extraía leña o se refugiaba el ganado) pasando a ser propiedad exclusiva del dueño del campo donde esos montes se encontraran.
4) Se tomaban medidas para combatir el robo de ganado. Se estableció la obligatoriedad de las marcas de ganado y su registro y el uso de guías de traslado de ganado. El vendedor de ganado entregaba un certificado al comprador y este lo presentaba a las autoridades quienes entregaban una guía que debían tener los troperos o acarreadores del ganado cuando procedían a llevar el ganado de una estancia a otra o hacia el lugar de faena. Los acarreadores debían inscribirse en un registro que llevaría la policía de cada departamento, teniendo que probar su buena conducta para ser admitido en el registro. Quienes no estuvieran registrados no podían conducir ganado. El robo de ganado (abigeato) se penaba con fuertes multa.   
5) Se imponía una severa vigilancia a las pulperías volantes consideradas centro del tráfico de cueros robados.
6) Se definían las relaciones entre patrones y peones estableciendo normas para asegurarse los estancieros la permanencia de los peones en sus puestos de trabajo, aunque el patrón no tenía obligación de mantenerlos en él. El peón no podía abandonar su trabajo hasta la fecha fijada en un contrato (que se registraba ante un Juez), pero el patrón podía despedirlo argumentando razones morales: desobediencia, holgazanería o “vicios”.
7) Los estancieros serían responsables por las faltas o delitos que hicieran los agregados que vivían en sus estancias. De esta manera los estancieros “modernos” intentaban modificar uno de los hábitos de la estancia cimarrona: dar cobijo a los gauchos que andaban “sueltos” por los campos. Los estancieros lo pensarían muy bien antes de dar refugio a  aquellos hombres.
En 1879, ya con Latorre al frente del gobierno, se hicieron algunas reformas al Código Rural. Se estableció mayor severidad en la represión del robo de ganado, sustituyendo la pena d emulta por la pena de prisión, combatiendo los robos cometidos por algunos estancieros.  Además se estableció la medianería forzosa: si un propietario alambraba su campo los vecinos linderos tenían que pagar la mitad del costo del alambramiento. La medianería fue muy resistida, hasta por la propia ARU, ya que los pequeños y medianos propietarios no siempre podían pagar los gastos del alambramiento de sus vecinos latifundistas.
El Código Rural era el eficaz marco legal para los cambios económicos que llevaban adelante los estancieros progresistas nucleados en la ARU. Pocos años después de entraren vigencia, en la Revista de la ARU, un artículo expresaba claramente los beneficios que los estancieros obtenían de él: “El Código Rural, esa obra que es tesoro de bienestar y seguridad para la campaña, apenas fue puesta en vigencia empezó a causar los efectos que se esperaban: el contento de la población honrada de los campos, que no temía someterse al rigor de la ley, porque sabía que obrando bien estaba exenta de caer en sus penas; y el descontento de los ladrones de vacas y cuatreros, en pequeña y gran escala, porque veían que no era posible ya tener pastoreos de ganados orejanos, que no podían tener grandes cantidades de ganado pastando en campo ajeno, que los cueros robados no había pulpero que los comprase y que esas bolsas de oro donde desaparecían los ganados de los vecinos vendidos para ser faenados en Brasil, dejaban de existir para dar paso a la garantía de la propiedad” (Revista de la ARU, 30 de abril de 1878).

LOS CAMBIOS EN LA GANADERÍA

LA GANADERIA TRADICIONAL
Desarrollo del ganado vacuno.- El fin de la Guerra Grande y el período de paz que le siguió permitieron la recuperación del stock ganadero. Al finalizar la Guerra Grande, en 1852, había unos 2 millones de vacunos; seis años después, en 1858, la cifra había pasado a 4 millones, o sea que se había duplicado. En 1862 la cantidad de animales llegaba a los 8 millones, o sea que en sólo cuatro años se había vuelto a duplicar. Esa cantidad correspondía al máximo de animales que los campos podían mantener si se seguía con el tipo de explotación tradicional. Los historiadores Barrán y Nahum señalan que “el país había llegado a una cifra que no podía traspasar a no ser que se modificara, para modernizarlo, su régimen de explotación”.
Como consecuencia de este aumento de ganado, la tierra se volvió más valiosa aumentando su precio: en 1852 el valor promedio de una hectárea era de $0,60, mientras que en 1860 el precio promedio era de $2,09, o sea un aumento del 248%. La valorización de los campos puso nuevamente en evidencia el problema de los poseedores sin título o con títulos imperfectos y de los ocupantes de tierras públicas. Al poblarse los campos de ganado los especuladores reclamaron tierras que eran públicas para que les fueran entregadas. Los reclamos de tierras fueron tantos que en abril de 1858 se aprobó una ley ordenando que no se admitirían más reclamos de tierras públicas.
¿Cuáles fueron las causas de tan rápida recuperación ganadera?
En primer lugar la paz interna. Entre 1852 y 1863, período en que trató de imponerse “la fusión”, la paz fue relativamente duradera, siendo sólo alterada gravemente en 1858.
En segundo lugar, la evolución de la economía mundial. A partir de 1850 se produce en Europa un período de auge que se mantuvo hasta fines de la década de 1860. También en este periodo se produce la guerra de Crimea, en la que Inglaterra, Francia y Turquía lucharon contra Rusia. Esta guerra tuvo consecuencias favorables para las exportaciones uruguayas porque aumentó la demanda de cuero (botas y correas para los soldados) y dejó fuera del mercado a los cueros rusos. El precio del cuero aumentó un 80%.
En tercer lugar la recuperación ganadera se vio favorecida por el descanso de los campos durante los años de guerra en los que disminuyó la cantidad de ganado. Las pasturas naturales se fortalecieron y fue un excelente alimento.
Crisis de superproducción vacuna.- Comenzando la década de 1860 se advertía que el desarrollo ganadero tenía un freno. Uruguay producía y exportaba dos productos ganaderos: cuero y tasajo. El cuero tenía amplios mercados donde venderlo era fácil: Inglaterra, Francia y Estados Unidos. El tasajo en cambio quedaba reducido a dos únicos y pobres compradores: Brasil y Cuba. El tasajo era usado para alimentar a los esclavos que trabajaban en las plantaciones de azúcar, café, etc. Esto limitaba las posibilidades de aumentar las ventas ya que las posibilidades de compra eran escasas. En Cuba los dueños de las plantaciones se ponían de acuerdo para frenar los precios y en Brasil existía una legislación proteccionista que ponía altos impuestos a las importaciones de tasajo para favorecer a los saladeros del sur brasileño. Además cuando los países europeos tenían dificultades económicas disminuían las importaciones de productos de lujo como el café y la azúcar, por lo que los exportadores de estos productos, como Cuba y Brasil, retraían sus compras de tasajo.
En 1860 saladeristas y estancieros formaron un frente común y crearon el “Club Nacional” con el objetivo de “velar por el progreso moral y material de la república”. Enviaron misiones a Europa apuntando a conseguir nuevos compradores para el tasajo. Pensaban que el tasajo podía ser buen alimento para la creciente clase obrera en países como Inglaterra y Francia. Pero los esfuerzos no dieron sus frutos porque la carne salada no tuvo aceptación.
Las faenas para los saladeros disminuyeron y a los estancieros les servía más matar a los animales sólo para obtener el cuero que enviarlos al saladero.  El ganado sólo valía por el cuero, por lo tanto la carne carecía de valor en el medio rural y no había incentivos para mejorar su calidad. El Uruguay se mantenía en la edad del cuero como en la época colonial: ganado criollo, explotación extensiva, latifundios, escasa mano de obra.
Esta situación también tenía sus consecuencias políticas. Los estancieros habían reclamado el fin de la Guerra Grande para lograr la paz que les permitiera recuperar la ganadería. Pero la paz había desarrollado tanto el ganado que este estaba perdiendo valor por que abundaba y superaba la demanda. La guerra, que antes había sido señalada como causante de los males, ahora ya no era tan temida. Al contrario los males ahora los causaba la paz. El comienzo de las guerras civiles y el fin de la fusión no preocuparon a los estancieros, por lo menos a aquellos que se mantenían con la tradicional explotación extensiva de ganado criollo.

LOS CAMBIOS EN LA GANADERIA
Los primeros intentos de modernización de la estancia.- La relativa pacificación fue el punto de partida para una serie de cambios impulsados por los propios hacendados, principalmente de origen extranjero, que trataron de ponerse a tono con el proceso de producción capitalista tal como se venía dando en Europa. Estos estancieros con “espíritu empresarial” comenzaron a llevar la contabilidad de la estancia como si se tratara de cualquier otra empresa: llevaban libros en donde registraban los ingresos y egresos, hacían inventarios y recuentos anuales de ganado.
También comenzaron a mestizar. La verdadera mestización se va a realizar varias décadas después, a mediados de la década de 1880, pero en este período se realizaron las primeras importaciones de vacunos ingleses con el fin de lograr la reproducción de ganado de mejor calidad. En 1859 los hermanos Hughes introdujeron dos toros y dos vaquillonas Durham y cinco años después los hermanos Charles y Robert Young trajeron toros Hereford para su estancia de Río Negro.
No todos los estancieros impulsaron cambios en sus estancias. Por lo tanto pueden diferencias dos tipos de estancias:
a) La estancia cimarrona, siguiendo el modelo tradicional de la edad del cuero, con su mano de obra de peones-gauchos o negros semiesclavos, cuyo dueño era un caudillos de estilo patriarcal que se rodeaba de “agregados”, gente sin trabajo preciso, pero que era útil para las tareas zafrales y para usar como ejército en caso de alzarse en armas. Este tipo de estancia se extendía en el norte y el este del país y vendía parte de su ganado en el sur de Brasil.
G. Hudson describió en su libro “La tierra purpúrea” como era este tipo de estancia:
“Cerca de la casa no había plantación alguna, ni siquiera un árbol de sombra ni una planta cultivada; solamente había algunos grandes corrales para el ganado en los que se hallaban de seis a siete mil cabezas...


La cocina era enorme y parecía un granero; no había sillas, ni mesas, ni cuchillos y a la hora de comer se volcaba el puchero en una gran fuente chata, mientras que el asado se lo servía cada uno directamente del asador, tomando la carne con los dedos y cortando su tajada. Los asientos eran troncos de árboles y algunas cabezas de caballo.
Habitaban la casa una anciana negra y canosa de unos setenta años de edad, y dieciocho o diecinueve hombres de todas las edades y tamaños y de variedad de colores. Había un capataz y siete u ocho peones; los demás eran agregados atraídos por la abundancia de carne...”
Al despuntar el día todos estaban sentados alrededor del fogón tomando mate cimarrón y fumando un cigarro; antes de salir el sol todos estaban montados a caballo repuntando el ganado; a mediodía todos regresaban para el almuerzo... Al cabo de pocos días me sentí muy cansado de comer nada más que carne y se me ocurrió que habiendo tantas vacas podría ser posible conseguir alguna leche pero la anciana negra se opuso. Afirmaba que ninguna vaca había sido ordeñada en el establecimiento desde hacía doce años, cuando el dueño hiciera una visita al mismo acompañado de su joven esposa...”
b) La estancia empresa, el nuevo tipo de establecimiento rural, con ganado mestizado, con cría de ovejas (agregando la lana a la venta de cueros y carne), con capataces, puesteros y peones asalariados, administrada con un criterio contable por patrones vinculados a los negocios de la ciudad. Este tipo de estancia se extendía en el sur y el litoral del río Uruguay, en la zona de mejores praderas y donde era más fácil la comunicación con los puertos. Si analizamos quienes eran estos estancieros-empresarios, nos encontramos con muchos apellidos extranjeros: Jakson, Stirling, Young, Hughes, Drable, Poucel, Mac Entyre.
La revolución lanar.- Las pocas ovejas que había en Uruguay al comenzar su vida independiente apenas si daban lana suficiente para rellenar colchones y almohadas. En la primera década de vida independiente comenzó a desarrollarse la cría de ovinos y se introdujeron razas merinos (para lana) lo que permitió exportar lana.
Pero la Guerra Grande fue funesta para los ovinos. La mestización de ovinos necesitaba dedicación permanente que no pudo hacerse por la situación bélica. Oribe confinó en Durazno a muchos estancieros extranjeros sospechosos de ser enemigos, varios de los cuales se dedicaban a la cría de ovejas, actividad que cesó al no poder estar en sus estancias.

Pero a partir de 1860 se dio un nuevo impulso a la cría de ovinos, tan significativo que se le denomina “la revolución lanar”. En 1868 la existencia de ovejas llegó a la cifra de 16 millones de cabezas. El rendimiento en cantidad y calidad mejoró notablemente debido al mestizaje. Se introdujeron carneros de Francia y Alemania obteniendo en 1868 un promedio de un kilo de lana por animal (antes era de medio kilo). La calidad de las lanas era tan buena que en Europa se hablaba de la “lana Montevideo” para identificarla.
La demanda de las indusytrias textiles
impulsó la cría de ovinos
¿Cuáles fueron las causas de esta revolución lanar?
En primer lugar la demanda europea. Los productores ingleses y franceses que criaban ovejas, se habían inclinado a la cría de animales para carne debido a la demanda de alimentos de las ciudades industrializadas. Esto significó que la industria textil europea necesitó importar lana. Por ejemplo en 1870 los criadores ingleses sólo aportaban el 44% de la lana que consumían las fábricas de tejidos de Inglaterra; el resto procedía del exterior. En Francia sólo el 30% era lana producida en Francia.
Mientras la demanda de lana crecía con el desarrollo de la industria textil, la otra fibra utilizada, el algodón, casi había desaparecido. El principal productor de algodón era el sur de EEUU y la Guerra de Secesión (1861-1865) arruinó a los plantadores sureños. Esta situación aumentó el precio de la lana.  
Otra causa fue interna: los estancieros uruguayos se dedicaron a la cría de ovinos ante la crisis se superproducción de vacunos. Como ya señalamos los precios de los vacunos habían bajado tanto que sólo valían por el cuero. Además entre 1860 y 1862 se produjo una intensa sequía que provocó la muerte de vacunos y caballos. Las ovejas son muchos más resistentes a la sequía, y además había una gran demanda de lana, por lo tanto los estancieros invirtieron en la cría de ovinos y eso explica su gran desarrollo en pocos años
¿Qué consecuencias tuvo la cría de ovinos?
1) Uruguay tuvo otro producto para exportar agregandose a los tradicionales cuero y tasajo. Las cifras son elocuentes: en 1862 se exportaron 4 millones de kilos de lana y en 1868 la cifra era de 19 millones. En seis años hubo un aumento del 300% en las exportaciones lanares. La lana desplazó al tasajo entre los productos exportables colocándose en segundo lugar detrás de los cueros. En 1872 las ventas de lana constituían el 25 de las exportaciones frente a 33% de los cueros y 10% de tasajo. En 1884 las exportaciones de lana superaron a las de cuero. Al diversificarse los productos exportados, también se diversificaron los países compradores. Los cueros iban sobretodo a Inglaterra y EEUU; el tasajo a Cuba y Brasil; la lana hacia Francia, Bélgica y Alemania. Expresa el historiador Barrán: “No depender de un único comprador y tampoco de un sólo producto eran lujos que pocas naciones de la América Latina podían darse en el siglo XIX. En ello estaría una de las bases de nuestra originalidad y futura prosperidad”.
2) Dio más valor a las estancias. Los estancieros no dejaron de criar vacunos, sino que colocaron ovejas a su lado. En años posteriores la existencias de vacunos y ovinos han variado, pero siempre el aumento de una se acompaña del descenso de la otra. Es decir que cuando el estanciero observa que baja el precio de uno, dedica más campo al otro. Además la oveja valorizó los campos con menos valor ya que se puede criar en zonas de serranía con pasturas pobres que no son aptas para el vacuno.
3) La cría de ovinos exigía más cuidados por lo tanto aumentó la demanda de mano de obra y también mayor división de trabajo por la variedad de tareas que había que realizar (aparte, curas, esquila). Mientras no existían alambrados el control y cuidado de las ovejas debía hacerse con más hombres. Por hectárea el nivel de ocupación de una estancia con ovejas era 5 veces más alto que el de una estancia vacuna cimarrona. La oveja “ató” el hombre al suelo: al proporcionar trabajo y requerir la permanencia en el lugar, contribuyó a la sedentarización de la población rural.
4) La cría de ovejas favoreció al pequeño y mediano estanciero. Con la explotación extensiva del ganado vacuno, los estancieros pequeños y medianos poco podían esperar de la ganadería, fuera criolla o mestiza, por que se requería mucho campo para mantenerla y sacar ganancia. En cambio las ovejas requerían menos campo porque comían menos y se podían criar muchas en el mismo lugar que ocupaba un sólo vacuno. Por ejemplo en una estancia de 2000 hectáreas se podían criar 1000 vacunos y obtener una ganancia de $1500 por año; si se crian ovejas, se pueden tener 5000 y la ganancia era de $3000. Además no se necesitaba invertir mucho capital para obtener una majada, su reproducción era fácil y no se necesitaba matarla para aprovecharla ya que su riqueza se reproducía anualmente sobre el lomo: la lana.
Para quienes no tenían una gran estancia dedicarse  al ovino ofrecía una posibilidad de ascenso social que era difícil lograr con el vacuno.  Los inmigrantes de origen vasco, francés e inglés que llegaban a Uruguay sin capital pero con conocimientos en cría de ovejas, lograban progresar. En algunos casos los grandes estancieros nacionales necesitados de ese conocimiento, le entregaban la mitad de los animales nacidos, por lo que esos inmigrantes formaban sus propias majadas y con la venta de lana formaban un capital suficiente para adquirir su propio campo.